Así como la misma vida no se para ante nada ni ante nadie, así como el tiempo no espera a que te levantes, yo no dejaré que ninguno de ellos me adelante.
Llevaré,dulcemente arropado en el cansado regazo de mi aleccionado corazón ,el fruto de su amor incestuoso, intentándole arrancar de su esencia el doloroso rencor del haber sido abandonado , repudiado,intentando enseñarle , y aprendiendo yo mismo, a renacer de lo malo,a disfrutar de lo bueno.
Cuando irremediablemente los progenitores inconscientemente desalmados nos lleven hasta Moscú, sé que desconocerán la existencia de su nieto, el recuerdo, pero si pudieran pararse un instante y verlo, sé que se sentirían orgullosos de la maravillosa manera que se ha forjado su espíritu, grande,humilde y honesto. Criado en la elegancia y categoría que emana de una intimidad de sentimiento, de la fuerza que brota del llanto silencioso, del dolor compartido con los suyos y de la madurez del recomponerse uno mismo sin insanos regocijos ni exagerados aspavientos.
Estoy seguro que cuando lleguemos a Moscú y levantemos la Copa, será el triunfo ante la vida, el triunfo de un sentimiento.
Abriremos ,entonces, todos, las profundas heridas de nuestros corazones para entregarles a aquellos que ,primero la vida y después el tiempo dejaron en el pasado, su triunfo, pues es suyo y de nadie más. El nuestro es y será, tenerles por siempre en ese maravilloso recuerdo
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viernes, 28 de diciembre de 2007
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