Me despierto, como cada día, rencoroso con el maldito despertador que me arranca brutalmente de los míos para entregarme ,sin reparo alguno, en brazos de la tediosa obligación.
Mi cuerpo ,aletargado y perezoso, abandona el lecho estirándose hasta casi perder la conciencia en un intento desesperado de alcanzar las fuerzas necesarias para no tirarse de nuevo a la cama y arroparse con el calor de mi mujer y mi hijo.
Pero no lo consigue. Le echo un pulso al tiempo y me escondo entre los tiernos bracitos de mi niño que a su vez esconde su cabecita en el regazo de su preciosa madre;
“Un ratito más “ me digo.
La responsabilidad no me da su beneplácito , ya sabia de antemano que ganaría el tiempo.
Me destapo con la amargura de lo definitivo y me siento a mirarlos un ratito.
¡Que hermosura!
¡No puede existir nada más bello!
Mi pequeño capricho suelta dulcemente al amor de nuestra vida a la par que se desprende ,por vigésima vez, de sus odiadas sabanas quedando a sus anchas en el centro de la cama.
¡Que guapo esta con su pijamita del Sevilla!
¡El Sevilla!
El sueño me había robado la conciencia del día que es. Es lo que tiene cinco años soñando despierto;
¡Hoy jugamos los octavos de final de la champion!
Subitamente recupero todas esas sensaciones ,ya amigas íntimas, que se tienen en los días grandes como el de hoy.
Una extraña mezcla de nervios e ilusión que te hace vivir todas las horas previas con un intenso cosquilleo en el estomago , incluso dudas de si tu cuerpo te está pidiendo algo.
Camino hacia mi café matutino no sin antes comerme a besos a los dos regalos que a tenido a bien darme la vida;
¡Papaaaa! ¡Nenoooo!
Me reprochan somnolientos uno y otra.
Por el pasillo pienso cuantos se cambiarían por nosotros , cuantos desearían estar donde estamos nosotros, en cuartos de la champion league, ni más ni menos.
Entre los dieciséis mejores equipos del continente y a un pasito de estar entre los ocho mejores.
En la elite , en el paraíso, en el olimpo de los dioses del fútbol.
Necesito un intenso y eso me pongo. Cortito de leche.
Enciendo la radio y salta una emisora de esas de la capital que ,vete a saber por qué, se escucha en toda España.
La quito así como quitaría a mi niño de las cercanías de una candela y pongo nuestra radio.
Me siento en un taburete frente al ordenador apurando el cafelillo.
Hoy no tengo ganas de “vigilar “ ciertos portalotes , hoy solo quiero Sevillismo puro, del bueno.
Buenos día Jesús , yo estoy en esa convocatoria.
Termino mi café y me apresuro a la ducha, la hora apremia y aun tengo que prepararle su ropita para llevarlo a casa de la “abu”.
Hoy llevará sin duda su camiseta del Sevilla, esa que tanto le gusta , esa que ,a sus escasos veinte meses, besa como un loco sin ser realmente conciente de lo que hace.
¿O si?
La despedida de Mamá es dura, durísima. Nunca podré acostumbrarme a esto, jamás,
¿ Cómo hacerlo?
¿Cómo acostumbrarme a pasar ocho horas sin verlos?
Eso nunca.
Mamá nos da esos besos que son gasolina pura para que nuestros corazones aguanten la lejanía y nos dice de repente;
“Hoy ganamos”
“Lo sé” Le digo.
El pequeño pedacito de cielo sigue dormido y así lo dejo en su “trono de rey del coche”.
Aún es de noche.
Que injusto es esto para él, aunque este dormido.
Paso por delante de casa y miro hacia arriba. Ahí esta nuestra bandera, la del mejor equipo del mundo.
¿Cómo? ¿Qué ya no lo es? ¿Qué ahora es el Chelsee? ¿Qué somos terceros?
Pero;
¿Eso dónde?
Porque yo he mirado en mi corazón y sigue siendo el primero.
Enciendo la radio y pongo de nuevo la nuestra; ¿Canal Sur? ¡Nooooo! Esa no sé de quién será, yo pongo SFC radio.
¿Cuál si no?
Escucho un batir de palmas. Si, es el mejor himno jamás escrito.
Juro que tengo la radio bajito, muy bajito, pero mi niño ha abierto sus ojitos.
Se incorpora aún dormido, mira a un lado y a otro sin saber a ciencia cierta donde está. Queda fijo mirándome y me dice;
¡EOEO!
Así llama mi tesoro a nuestro himno, le encanta, siempre que lo escucha corre a buscarme para que lo coja y lo cante con él.
¡Papá!
Me insiste;
¡EOEO!
Si amor, “eoeo”;
¿Vamos a ganar hoy mi vida?
“CCChiii”
Me responde.
Y obviando la hora, el cansancio y el sueño juntos cantamos hasta que termina.
Bueno, yo, él sigue y sigue y sigue.
Ya no hay quien lo duerma.
Al llegar a casa de la abuela ,haciendo honor a ese espíritu incansable de los niños,aún le dura el “eoeo”
Mi madre se le cae la baba al verlo.
“Esta obsesionado” dice mi madre
“ ¿Y con pocoyo no? “ le respondo
La “abu” lo coge con la mayor ternura del mundo y lo mete en su cama para que coja de nuevo el sueño.
Él no quiere.
“Vamos a soñar un poco más mi vida”
Dice la abuela.
“Déjalo mamá si no quiere, esta noche tiene una cita con el teatro de los sueños”
Pero nuestra cosita se va quedando dormido cantando cada vez más bajito su “eoeo”.
¿Ganaremos hoy hijo?
Me pregunta mi madre.
“Claro mamá, me lo ha dicho mi hijo y mi esposa, ellos nunca mienten”
Me voy al trabajo sabiendo que me queda un intenso día de nervios por delante, pero ansioso de que sean ya las ocho y cuarenta y cinco de esta noche.
Ansioso por recoger a mi niño y encontrarnos con mamá , ansiosos de vivir juntos todo el pre-partido.
Mamá no podrá estar con nosotros porque ese maldito ladrón sin escrúpulos nos la robará más de lo acostumbrado.
Esta noche tiene inventario y no saldrá hasta las doce.
Pero sé que ella, desde esa maldita “cárcel” ,eternamente temporal, pensará en todo momento en los dos fanáticos de su vida y nosotros pensaremos en ella.
La llamaremos a cada gol, en el descanso, al final el partido y los tres juntos seguiremos soñando despiertos.
Porque hoy, el mejor equipo del mundo ganará.
Me lo han dicho mi mujer y mi hijo, ellos nunca mienten.
Vamos Sevilla, sigamos soñando despiertos, dejanos soñar un ratito más;
¡Un ratito más Sevilla! ¡Un ratito más!...Un ratito...que nos lleve a Moscú.
¡Eoeo!
Datos personales
martes, 4 de marzo de 2008
0 comentarios:
Publicar un comentario