VOLVEMOS A BILBO

Regresamos después de la batalla perdida con diferentes ilusiones , con diferentes objetivos, pero con una misma intención; Ganar.

Ganar no para meternos en una final. Ganar no para conquistar una liga. Ganar no para conseguir premio alguno inmediato.
Ganar para reclamar el derecho propio a luchar contra aquellos que pretenden ser intocables. Ganar por alargar , hasta el infinito si es posible, al máximo este hermoso sueño que tenemos todos los sevillistas. Ganar para que todo lo hecho hasta ahora tenga un sentido, o al menos, el sentido anhelado.

Abrigo en mi interior un extraño sentimiento. Aunque seguro y confiado de la grandeza del equipo, de su capacidad, de su tremendo potencial, siendo incómodamente sincero he de reconocer que con todo ello cohabita una desagradable sensación. Podría llamarse miedo ,aunque no estoy seguro de que lo sea. Temor a que se caiga el equipo, a que no cumpla con las expectativas, a que se amilane o a que le salga un mal partido donde no es debido ni admitido. Y, lógicamente, a medida que ganamos más encuentros seguidos, este extraño y desagradable compañero se hace más grande.
Supongo que es miedo a perder. Porque en este sueño que estamos embarcados, difícilmente se admite la derrota. O , por lo menos, así lo parece de momento.

Pero esto son solo mis sensaciones, no las del equipo. También las tuve en Pamplona y contra el Mallorca. Nuestro grandioso equipo las eliminó rápida y brillantemente.

Precisamente eso es lo que espero del partido de mañana a eso de las 18.00. Que derroque definitivamente de mi esa indeseada sensación y que deje mi espíritu presto y dispuesto para soñar sin red, para mirar cara a cara al tirano y , de igual a igual, decirle mirándole a los ojos;

“ Aquí tenéis mi mano. Estrechadla fuertemente y que gane el mejor”

Aun queda bastante para eso. Demasiado como para ni siquiera estar insinuándolo en estas líneas. Pero tampoco se nos puede escapar que el partido de mañana es un pasito más hacia nuestro objetivo, pero también camino de nuestro sueño, y que todos queremos cumplir el objetivo pero que , igualmente, todos , no podemos dejar de pensar en nuestro sueño.
De nuestros sueños alimentamos nuestras ilusiones. De la consecución de nuestras ilusiones nace y crece nuestra fuerza y, la fuerza, de mano del trabajo , puede unir la realidad con los sueños. No se trata de un cuento o una parábola , no, esto lo sabemos porque ya lo hemos vivido.

En definitiva, que se trata de un pasito más, y es realmente esa idea la que no debe huir de nuestras mentes, la que debe regirnos y dirigirnos, sin obnubilarnos por los intencionados cantos de hienas, ni atender a las temerosas voces del poder impuesto que claman por un régimen dictatorial y la larga vida al caudillo.

Ganar, simplemente ganar.

Pero no crean que será fácil. Nunca lo es. Deberemos estar tal y como estamos hasta el momento. Seguro de quien somos, siendo conscientes de lo que podemos hacer, y sabiendo lo que queremos obtener. No hay lugar para distracciones. No hay sitio para la duda. Este es el precio que se paga por la grandeza, el tributo que se cobra la victoria y el peaje del camino hacia la cumbre.

Volvemos a Bilbo. Ya no somos los mismos que entonces. Pero es que, mañana , podemos establecer las bases de lo que seremos las siguiente vez que nos vean por allí las caras...

¡¡SUERTE A TODOS Y QUE DISFRUTEMOS CON LA VICTORIA!!